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Pero nadie puede tomar este honor por cuenta propia, sino sólo el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón.(A)

Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que ese honor se lo dio el que le dijo:

«Tú eres mi Hijo,
Yo te he engendrado hoy»,(B)

y que en otro lugar también dice:

«Tú eres sacerdote para siempre,
según el orden de Melquisedec».(C)

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